
Años después, rescato esta entrevista en Salud 2000. Me he acordado de ella tras ver la nula reacción de las tres sociedades de médicos de familia (semFYC, Semergen y SEMG), ante las presuntas delictivas palabras de Antonio Burgueño publicadas hace cinco días (aquí). Bien está que AMYTS exija una rectificación a Burgueño (aquí). Pero no es una cuestión laboral. Es una cuestión profesional, aunque algunos no distingan una cosa de la otra. Por eso defrauda tanto el tibio comunicado del Colegio de Médicos de Madrid que ni tan siquiera identifica al difamador (aquí). Burgueño difama a todos los médicos de atención primaria del país («La atención primaria en España dejó a los enfermos mayores abandonados«). Por ello, es imprescindible que las tres sociedades de médicos de atención primaria (semFYC, Semergen y Semg) se unan, al menos una sola vez en su vida, para defender el honor profesional de sus socios y emprender acciones legales contra este sujeto. Todos los socios daríamos por bien empleada nuestra cuota anual que muchos pagamos desde hace casi tres décadas.
«En atención primaria no tenemos un generador de energía profesional»
1. Dr. Simó: En una de las últimas entradas de su blog se lamentaba de que 30 años después de la reforma de la atención primaria nadie se haya acordado de ella.
Es cierto, en enero del pasado 2014 se cumplieron 30 años del inicio de la reforma. Nuestra atención primaria (APS) ha pasado su infancia, su adolescencia y llegado a su madurez. Si se tratará de un médico, a esa edad estaría ejerciendo sus primeros años de especialidad con el máximo potencial de ilusión y de capacitación clínica para enfrentar todo el recorrido profesional que le queda por delante. Sin embargo, nuestra APS padece progeria. A sus 30 años de vida, está agotada, se mueve torpemente, en un estado todavía vigil pero prácticamente arreactivo, con escaso músculo para influir en el sistema por la progresiva atrofia del empoderamiento sus profesionales y del propio modelo como tal. La sarcopenia es también intelectual en el debate, plagado de prejuicios neurotóxicos paralizantes. Algunos piensan que todavía le queda un largo camino por recorrer. Al parecer, no ven suficientes los 30 años recorridos y quizá piensen que tal y como están las cosas es posible mejorar sustancialmente en poco tiempo. No es así, lamentablemente. Quizá por ello, ninguna institución ni profesional ni científica ni de la Administración haya propuesto a lo largo del pasado año ningún evento conmemorativo de estos 30 años de reforma… a lo mejor es que ya queda poco que celebrar.