BY JM SALAS · 6 NOVIEMBRE, 2016
Trabajar en urgencias y emergencias no es fácil.
En cada guardia vivimos innumerables historias, pero a diferencia de los cuentos, no todas terminan con un final feliz.
Estoy convencido que todas nos dejan huellas, aunque en ocasiones no tengamos la capacidad para identificarlas.
Nos cambian, nos transforman, esculpen nuestra personalidad y nos hacen apreciar cada minuto del día como si tal vez fuera el último.
Dolor, llanto, sufrimiento, angustia, intoxicaciones, agresiones, accidentes y muerte, no pintan un trabajo de color de rosa, pero los que trabajamos en este campo de la medicina, aprendemos a convivir con este hándicap y nos esforzamos por aquellos que por el azar del destino ponen su vida en nuestras manos.
No somos de piedra, y como suelo decir, no tenemos por que serlo.
La buena medicina se practica con ciencia, conocimiento, habilidad y experiencia, pero solo se puede alcanzar la excelencia con esa dosis de amor tan necesaria.
Compañeros médicos, enfermeros y técnicos en emergencias sanitarias que empezáis vuestra carrera, no os conforméis con ser menos que excelentes, la calle puede ser un lugar muy solitario y hostil para aquellos profesionales mediocres.
Recordar que 24 horas de guardia dan para mucho y debemos estar preparados. Porque luego, cuando termina nuestra jornada y regresamos al hogar, un pedacito de cada historia nos acompaña, nos abraza, duerme con nosotros y hasta en ocasiones facilita nuestro insomnio.
Pero pase lo que pase durante tu guardia, tenemos que aceptar que al día siguiente el mundo sigue, y así debe seguir siendo.
Trabajar en urgencias y emergencias no es un trabajo fácil, pero tal y como está el mundo, ¿alguno lo es?.