Trabajo en un SAR

Elina Pereira Olmedo.   Médico SAR

Yo trabajo en un SAR. Y me gusta. Para quien no sepa de qué se trata, es el Servicio de Atención Rural. Entramos a trabajar cuando el personal de Atención Primaria se va. Somos los que trabajan cuando otros descansan.

Trabajamos turnos de 12, o 17, o 24 horas seguidas, según la situación de cada SAR. Comes cuando puedes. A veces duermes. Pero no se nos considera jornada trabajadores nocturnos.

Hay Sares de guardias más tranquilas; en otras no paras. Hay Sares en los que están de dos médic@s, en otros sólo un@ y un@ enfermer@. Hay Sares en zonas muy distantes, en los que una UVI o el hospital más cercano está al menos a 30 minutos.

Somos un colectivo disperso y variable. Entre nosotr@s hay personal fijo, interino y eventual. Entre éstos, hay algún caso de renovar contrato cada semana. Estos son como siempre, los más vulnerables. Los más abusados para cubrir bajas, horas de más, incluso fuera de su centro de trabajo.

En ésta Comunidad de área única, cada Dirección Asistencial parece interpretar las normativas que nos rigen a su manera. Cuando pides explicaciones, repiten que sólo son transmisores, no tienen capacidad para tomar decisiones, las instrucciones les llegan de arriba, -como la lluvia-, y aunque preguntes, nunca te dicen de quién proceden o a quién dirigirte. La culpa es de la lluvia. Si esta impotencia es verdad, la vida laboral de l@s director@s de área debe ser sin duda triste, frustrante, probable caldo de cultivo de patologías diversas. Pero éste es su problema. El mío, es sobrevivir a su presión.

Nos regimos por una planilla anual que saca cada Dirección Asistencial a principio de año. Nuestra carga horaria anual es de 1536 horas desde el decreto de 2012. Cuando llegué esta plaza, mi planilla anual era de 1440 horas/año. Las horas de más no han disminuido con la devolución del 4º-5º-6º moscosos; nos dicen que no tenemos derecho a ellos puesto que ya están incluidos en nuestra jornada anual. Pero se niegan a darnos por escrito la normativa que así lo establece. De hecho se niegan a darnos por escrito algo más que el saludo. Cualquier reclamación que hagamos, petición o queja, se responde por teléfono. O no se responde.

Estamos adscritos a la Gerencia de Atención Primaria y a la correspondiente Dirección del Centro de Salud, pero nos niegan el derecho a moscosos, vacaciones pagadas, etc, a que tienen acceso los trabajadores de Atención Primaria. Parece que ahora nos equiparan la carga horaria anual al SUMMA. Es decir, somos de todos y de ninguno. No tenemos una normativa propia, sólo un conjunto de 4 folios que especifica poco y recuerda el humo en su claridad.

Hasta ahora, debemos cumplir 40 horas de Docencia anuales. Enviamos cumplidamente los certificados de cursos con las horas correspondientes a la responsable de RRHH; no sabemos si son contabilizados y cómo. En nuestra planilla nunca aparecen.

Nuestras vacaciones las disfrutamos haciendo cambios de guardias. Es decir, no tenemos vacaciones pagadas, devolvemos las horas antes o después. Desde el año pasado nos pagan un prorrateo de guardias en concepto de vacaciones. Se les había olvidado este detalle en años previos. Sin duda, como muestra de su buena disposición, nos lo pagaron de repente en el 2014. Todo parece tan poco digno…

Vemos de todo; desde catarros hasta infartos, paradas cardiorrespiratorias, borracheras, peleas o politraumas. Nunca sabemos, en éste amplio abanico de posibilidades, lo que va a entrar por la puerta; con el nivel de alerta que esto implica. Y el riesgo para nuestra salud que este nivel de alerta conlleva. Nuestra función es mantener o estabilizar al paciente hasta que llegue una UVI. Tarde lo que tarde. Sin todos los medios-equipamiento y medicación-de que dispone una UVI. Porque somos Atención Primaria, y sufrimos los recortes en material y medicación aplicados a la Primaria. Y ya no hablemos de la calidad del material.

Como decía, me gusta mi trabajo. Me gusta a pesar de las largas horas de guardia, de la incertidumbre que entraña cada minuto de la misma. A pesar de la montaña rusa emocional que significa recibir una emergencia vital y seguidamente una uña encarnada. O alguien que está triste y viene a llorar. Cuidados intensivos o acompañamiento, cuidado, escucha, consejo, a veces cabreo. Con todo esto, y por todo esto, me gusta.

Por eso, para seguir a gusto, necesito recuperar la dignidad de mi trabajo.

3 comentarios

  1. Este artículo creo que refleja la opinión de Elina…y la de tantos profesionales que luchan por recuperar la dignidad perdida en un ámbito sanitario esencial para muchísimos ciudadanos de la periferia de Madrid.
    Me uno a él…

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